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martes, 19 de noviembre de 2019

200 años en el Prado: Sofonisba Anguissola

Durante el reinado de Fernando VII y por iniciativa de su esposa María Isabel de Braganza, el 19 de noviembre de 1819 se inauguraba el Museo del Prado como pinacoteca abierta al público. El museo se instaló en el edificio Villanueva, mandado construir por Carlos III y originalmente pensado para albergar el Museo de Ciencia Natural. Las obras expuestas inicialmente procedían en su totalidad de las Colecciones Reales. En 1868 el Prado pasó a ser patrimonio de todos los españoles. 

Dentro de las muchas actividades realizadas con motivo del 200 aniversario del Museo del Prado se ha presentado una exposición dedicada a dos pintoras que vivieron en el s. XVI: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana.

Sofonisba (1535-1625) perteneció a una familia numerosa de origen noble cuyo padre, Amilcare Anguissola (h. 1494-1573), promovió y arropó la formación artística de sus hijas como parte de la educación humanista que se consideraba adecuada para las jóvenes. 

Entre los once y los trece años, Sofonisba Anguissola inició su educación artística siguiendo las recomendaciones formativas de las clases aristocráticas. Recibió lecciones de música, danza, literatura, dibujo y pintura; en estas dos últimas materias por parte de los pintores Bernardino Campi. Durate estos años de formación en Cremona, recibe influencia del estilo de pintores como Correggio (h. 1489-1534) y Parmigianino (1503-1540) que caracterizó a los citados pintores cremoneses. En Génova, la pintura religiosa de Sofonisba repite fórmulas y modelos de Luca Cambiaso (1527-1585).(1522-1591) y Bernardino Gatti (h. 1495-1576). 

Destacó como dibujante y sobre todo como retratista, practicando repetidamente con su propio rostro y los de su familia, en los que se refleja el ideal femenino del momento: discreción, pudor, modestia o prudencia.

Autorretrato

 Retrato de su madre

Su padre Amilcare desarrollo una importante labor propagandista del arte de su hija, se dice que llegó a enviar un dibujo al mismísimo Miguel Ángel. 

Así pues su padre se encargó de publicitar su trabajo, enviando a distintas personalidades sus pequeños autorretratos firmados por ella, hasta que llegó su fama a través del Duque de Alba hasta Felipe II.

Gracias a su talento y sus obras, que le proporcionaron cierta fama como retratista y pintora, recibió la llamada de la corte española y se convirtió en 1559 en dama de compañía y maestra de pintura de Isabel de Valois, la tercera esposa de Felipe II, hasta la muerte de ésta en 1568. Aún permaneció unos años más en la corte española, participando en la educación de las infantas, hasta que en 1573. 


Retrato de Isabel de Valois.

Antes de su llegada a España, Sofonisba realizó algunos retratos de personajes ilustres de su tiempo que son testimonio de su temprana fama y talento para un género en el que se aprecia la influencia de la escuela veneciana y lombarda. 

En los años que pasó en la corte española, Sofonisba ejerció como profesora de dibujo y pintura de Isabel de Valois, además de retratar a casi todos los miembros de la familia real. Su posición oficial en la corte no era la de pintora y, de hecho, sus cuadros fueron recompensados con ricos textiles, vestidos o joyas. En los ejemplares que en la actualidad se reconocen de su mano, se advierte su adaptación a los modos del retrato de corte español.

En la Corte española el retratista oficial, que fijo el modelo de retrato cortesano era Alonso Sánchez Coello (h. 1531-1588), «retratista del rey». En los retratos, además de los rasgos físicos, se debía mostrar el carácter dinástico y las virtudes de la familia: distancia, quietud y severidad habsbúrgica.


Retrato de Felipe II

Sofonisba siguió estas pautas aunque con elementos propios: su gusto por la descripción minuciosa de los detalles, un mayor acercamiento a la psicología del personaje y representación atmosférica entorno a las figuras.

Las recopilaciones biográficas elogiosas sobre mujeres ilustres fue un género literario que tuvo un notable desarrollo desde el siglo XV. La edición publicada en 1609 por el valenciano Pedro Pablo de Ribera –Glorias inmortales, triunfos y heroicas hazañas de ochocientas cuarenta y cinco mujeres, antiguas y modernas…– es un excelente ejemplo. Incluye una importante semblanza de Sofonisba, una más breve de Lavinia y las de otras artistas de la época.

Lavinia Fontana siguió su estela como vemos en su autorretrato de 1577, subrayando su condición de mujer culta y artista.


Autorretrato Lavinia Fontana.

Al final de su vida, una prueba de la notable fama que había adquirido Sofonisba fue la visita que recibió Palermo del joven Antonio van Dyck. Una página del diario de viaje de este pintor y su retrato de la anciana dama recuerdan el encuentro entre ambos artistas.


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