William Turner capta a la perfección la atmósfera, las luces y los colores de este paisaje. Su espíritu. Porque junto a su odiado Constable, Turner fue El paisajista.
El artista soplaba el pigmento y usaba sus manos. Un proceso creativo que lo elevó a categoría de leyenda. En sus últimos años el maestro llegó a tal grado de abstracción en su obra que tuvo que colocar clavos para que no expusieran sus cuadros al revés.
Pinceladas rápidas y empastadas, que convierten a este pintor no solo en el precursor del impresionismo, sino también de la abstracción y el informalismo.

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