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miércoles, 27 de octubre de 2021

Fundamentos del arte I. Decoración del Partenon

Esculturas del Partenón (Fidias, siglo V a.c.)

La mayor parte de la obra escultórica de Fidias no ha llegado a nuestros días por tratarse de estatuas criselefantinas (de oro y marfil) como el Zeus de Olimpia o la Atenea Parthenos. Sin pruebas que lo demuestren se le han atribuido las esculturas del Partenón ya que sabemos que actuó como director de las obras de remodelación de la acrópolis cumpliendo un encargo de Pericles. Es sin embargo evidente que la magnitud del proyecto hace inviable que la escultura del templo hubiera sido realizada por una sola persona. Hay que pensar por tanto en la intervención de un taller con varios maestros actuando bajo la dirección de Fidias el cual quizá habría ejecutado alguna de las obras. En todo caso, el espíritu clasicista de Fidias y algunos rasgos de su estilo, como  los "paños mojados", impregnan todo el conjunto.
Aunque ya hacia el año 460, bajo el gobierno de Cimón, tenemos noticias de  la actividad de Fidias, en concreto la ejecución de la monumental Atenea Prómachos, su gran hora llega cuando Pericles lo nombra epískopos de las  obras de la Acrópolis. El partenón albergará la estatua criselefantina de la diosa Atenea, asombro  de la Hélade, y que dio lugar a una tradición de esculturas con esta  técnica. Su coste ascendió a 700 talentos, el equivalente a lo que costaría  una flota de 230 trirremes; era –por otra parte– una forma de atesorar la  riqueza (al modo de los tesoros de las iglesias medievales). Sostenía en su  mano derecha la figura alada de una Victoria (todo el programa edilicio de  Pericles está enfocado en una doble dirección: cantar la Victoria contra el  bárbaro persa y celebrar al demos ático). En el anverso de su gran escudo se representa una Amazonomaquia, en su  reverso una Centauromaquia, y en los bordes de sus sandalias una  Gigantomaquia, variaciones sobre un mismo tema: el conflicto entre la  sophrosyne (inteligencia, prudencia, mesura) y la hibrys (soberbia,  desmesura, orgullo), entre civilización y barbarie. Este será también el leit motiv de las esculturas que decoraban el exterior del templo. La  estatua fue presentada en el año 438, con ocasión de las fiestas Panatenaicas; ese mismo año fue inaugurado el templo, que debía estar  completo hasta el techado.

El programa escultórico del Partenón  (15 años de duración: 447-42 ).

Frontones: (438-32) Conocidos por las  descripciones de Pausanias y los dibujos que John Carrey realizó en 1674, hoy se conservan escasos y mutilados restos (British Museum) algunos de los cuales han sido atribuidos al propio Fidias. A partir de estos testimonios se  puede intentar una reconstrucción del tema y la composición de estas partes del templo. En el frontón occidental se representaba la disputa entre Atenea y Poseidón por el dominio del Atica  (De  izquierda a derecha: Ilissos (?), Cécrops y su familia, carro de Atenea,  Atenea, Poseidón, carro de Poseidón, Familia de Erechteo, (?) y en el oriental el milagroso nacimiento de la diosa, surgida de la cabeza de Zeus. (De izquierda a derecha  encontramos las siguientes figuras: Cuadriga de Helios, Dionisos, Demeter y  Coré, Artemisa, Hera y su sirviente Iris, Hermes, Zeus, Atenea coronada por  una Niké, Poseidón, Apolo, Hestia, Dione y Afrodita (?), carro de Selene. Importante la inclusión de los carros “cósmicos” ya que suponen una novedad  frente a las típicas figuras acostadas de los vértices del frontón).
Metopas: Originalmente eran 92 aunque sólo han llegado a nuestros días 19 repartidas entre el Museo Británico y el propio templo. Se realizaron entre 447 y 442. 
Occidentales: Amazonomaquia, alternándose una metopa con una amazona  victoriosa con otra donde el vencedor es el griego. Orientales: Gigantomaquia. Norte: Escenas de la destrucción de Troya Sur: Centauromaquia. Es la serie mejor conservada. Desde el punto de vista estilístico, se puede decir que es una síntesis de  las corrientes que circularon durante el siglo V. Se ha observado que si las  metopas se hubieran encontrado separadamente y descontextualizadas, se  podrían haber datado, partiendo únicamente de datos estilísticos, entre 460  y 430. De hecho, en algunas se detecta el estilo severo, o incluso  la “mano” de Mirón, mientras que otras parecen delatar la intervención del  propio Fidias (S. I) . La mayoría de las conservadas pertenecen a la serie de la  Centauromaquia (la batalla entre los lapitas y los Centauros) entendida como una alegoría de la lucha entre griegos y persas, una victoria de la razón contra la fuerza, del orden frente al caos. En su elaboración se han distinguido tres manos: una probablemente del propio Fidias, otra de su discípulo Alcámenes y otra del llamado "maestro barroco del Partenón".
Friso: (444-32) Es la novedad más espectacular del Partenón ya que hasta su construcción, en ningún templo griego se había decorado con escultura el muro exterior de la naos. El tema representado es la procesión de las Panateneas que cada cuatro años se dirigía a la Acrópolis para hacer entrega a la diosa Atenea del peplo que las arréforashabían bordado para ella. El friso arranca desde el ángulo sudoeste en dos direcciones: hacia un lado el cortejo de las Panateneas y hacia el otro el de los jinetes. Ambos confluyen en la fachada oriental donde se encuentra la asamblea de dioses. Son en total más de 150 metros de friso de 1'02 mts. de alto que en la actualidad se encuentra repartido entre el Museo de la Acrópolis, el Museo Británico y el Louvre parisino. A pesar de haberse escogido un tema de la vida real y cotidiana (frente a la costumbre griega de recurrir a la mitología como metáfora de la realidad), el tratamiento de la obra no tiene nada de costumbrista. No son seres concretos los que allí se representan sino arquetipos, no es la procesión de un año determinado sino cualquiera de ellas, son seres intemporales, eternos, es, como decía Goethe, "un instante que dura toda la eternidad". [“el arte griego huía del caso concreto, de la persona individualizada, del momento preciso. Evitaba el  tiempo, el espacio y el sujeto. Era un símbolo. Para el romano era una  página de la Historia” García y Bellido]

Se lo ha calificado como “el más largo y solemne relieve votivo de la  historia” (L. Beschi). Representa, en un bajorrelieve de apenas 5 cm. de profundidad., la  procesión de las Fiestas Panatenaicas, a finales de verano, coincidiendo con  el cumpleaños de la diosa. Cada cuatro años, además, había una serie de  certámenes atléticos y ecuestres, además de la ofrenda de un nuevo peplo a  Atenea. la procesión de jinetes, carros, músicos, oferentes y animales que  serían inmolados avanzaba hasta la Acrópolis. 
 La procesión comenzaba en el friso oeste (Preparativos), para luego  dividirse en dos ramas, que caminaban por los frisos norte y sur. Allí se ven  los caballeros y los carros; ya casi llegando a la zona este, se agolpan las  figuras de los ancianos, los oferentes y los animales. En el friso este la  procesión finaliza: allí se encuentran los dioses, repartidos en dos grupos  de seis -a la derecha Atenea, Hefastos, Poseidón, Apolo, Artemis y Afrodita  con Eros; a la izquierda Zeus y Hera (acompañada de su mensajera Iris) Ares,  Deméter, Dionisos y Hermes junto a los dioses un posible grupo de héroes. Algo más allá las muchachas atenienses que avanzan. Entre los dos grupos de  dioses una muchacha y un niño portan el peplo.  Aunque la unidad estilística es mayor que en las metopas, los expertos (B.  Schweitzer, Alla ricerca di Fidia), detectan hasta cincuenta maestros con  sus respectivos talleres, existiendo, por lo tanto, una yuxtaposición de  estilos, aunque todo ello sabiamente coordinado por las directrices de Fidias. Lo más importante es la novedad del tema, con la participación democrática y  comunal de la polis en la fiesta de la diosa. John Boardman (The Parthenon and  its sculptures, Londres, 1975, apunta la posibilidad de que los 192 jinetes,  aurigas y hoplitas representen a los 192 héroes atenienses muertos en la  batalla de Maratón] .
Se ha dicho que este friso, situado a 12 metros de altura, sería de  dificultosa visión, ya que lo taparía el perístilo, por no hablar de la  escasa luz. Sin embargo, se ha demostrado en los últimos tiempos que un  espectador situado a unos 18 metros de los muros de la cella, podría verlo perfectamente; la brillante luz de Grecia compensaría la falta de luz  directa. Fidias, además, realizó correcciones ópticas, haciendo la parte  superior de las figuras en un relieve más pronunciado, previendo el punto de  vista del espectador.   
 El friso del Partenón es la obra maestra de la escultura griega, y la que  cautivó, desde que en el siglo XVIII comenzó a recuperarse el legado  fidíaco, la estética europea; en él pensaba Winckelmann cuando hablaba de  “la noble sencillez y la serena grandeza” del arte griego; en él se inspiró  Keats para su Odeon a Grecian Urn (“a  thing of beauty is a joy for ever”).

Estilo: En la composición dominan las verticales y un ritmo pausado que sólo se anima ligeramente en el cortejo de los jinetes. Aparecen recursos de variatio para romper la monotonía de la procesión sin destruir su unidad. La muchachas avanzan en fila pero sutiles variaciones en la postura y en el plegado de sus vestidos animan el conjunto. A pesar de la escasa profundidad real del bajorrelieve (5 cm), los artistas han conseguido plenamente la sensación de tercera dimensión por medio de composiciones en diagonal (asamblea de dioses), escorzos, y una adecuada disposición de las figuras. La técnica de los “paños mojados” que se pegan al cuerpo y dejan traslucir la anatomía aparece en la mayoría de las figuras y es la principal aportación estilística de Fidias.
La conquista del clasicismo, proclamada por la obra de Fidias en la  Acrópolis, debió parecer de tal envergadura que creó una especie de vacío a su alrededor. La visión formal de Fidias, la nitidez y autoridad de su  lenguaje debieron ser reconocidas inmediatamente como definitivas existiendo la sensación de que se había llegado al punto final del  camino y de que todo estaba ya dicho, como sucedió en el Renacimiento tras  Leonardo, Miguel Angel o Ticiano.

 (Fuente: epapontevedra.com)

viernes, 22 de octubre de 2021

Art Nouveau. Bruselas y Francia

Victor Horta (1861-1947) Es uno de los arquitectos más representativos del “art nouveau”. Fue uno de los primeros en utilizar el hierro como elemento decorativo. Los elementos estructurales se curvan como tallos vegetales y ondas marinas. Utilizando este material como base estructural y decorativa los elementos sustentantes siempre tienen esa doble funcionalidad, constructiva y poética. Casa Tassel, de Bruselas autentico manifiesto del estilo por varios motivos: - Libertad en la distribución interior sin largos pasillos - Primacía del hierro y la línea curva, tanto en la fachada como en los detalles interiores En la Casa Solvay (1895-1900) el gusto por la ondulación y la curvatura es exagerada. La Casa del Pueblo (1896-99) fue demolida en 1965-1966 tenía una amplia fachada curva de hierro y cristal, la escalera y todos los ornamentos muy cuidados. Destacaba el salón de actos con vigas curvas que parecían ceder por el peso de la techumbre y soportes inclinados que daban al espacio interior mayor amplitud y seguridad. Henry Van de Velde (1863-1957) Influyó determinantemente en Europa. Se inició en la arquitectura con la construcción de su propia vivienda y todo lo que en ella había: muebles, lámparas, alfombras, cortinas. Decoró en 1896 la tienda de un comerciante “L´art nouveau” de donde nace el nombre del nuevo movimiento.

jueves, 21 de octubre de 2021

Fundamentos del Arte II. La época victoriana: la casa burguesa y la moda s. XIX


La época victoriana.

La reina Victoria I ocupó el trono de Gran Bretaña entre 1830 y 1900. Los valores familiares, el amor por lo doméstico, el aprecio por lo privado, el conservadurismo fueron los valores dominantes en la época, que se exportaron a todos los países de Europa.
La vida doméstica se desarrolló también de acuerdo a dichos valores, sobre todo en las casas ocupadas por la clase burguesa, que en aquella época de auge industrial y comercial empezó a predominar sobre la aristocracia.
La casa victoriana era algo más que un lugar de residencia, se convirtió en todo un símbolo que reflejaba el éxito social y económico de la nueva clase emergente.
El estilo victoriano también influyó de forma decisiva en la decoración.
En el salón victoriano, estancia principal, el mobiliario estaría realizado en un estilo historicista. Inicialmente a la manera del célebre artesano francés André Charles Boulle (1642-1732). Boulle aprendió el oficio de su padre, y por su gran maestría fue nombrado en 1672 primer ebanista del rey Luis XIV de Francia. Sus muebles, de ricas maderas talladas con incrustaciones de concha y latón, se hicieron famosos en Gran Bretaña.
Resultado de imagen de mobiliario estilo victoriano interior


Para los muebles victorianos se prefirió el uso de maderas oscuras, como las de caoba, palo de rosa, nogal o roble, así como la utilización de perfiles curvos y profusas y profundas tallas. El desarrollo de nuevas técnicas industriales abarató los costes, facilitando las reproducciones de estilos históricos, se posibilitó la producción de chapeados, madera curvada y mobiliario de metal. 
El papier mâché también fue una innovación material utilizado en el mueble victoriano. 
En la década de 1820 se empezó a aplicar sobre mobiliario, buscando nuevos modos de decorarlo, las incrustaciones de madreperla. Las creaciones resultantes solían ser pequeñas piezas domésticas como las escribanías y los portasobres. 

Durante los años 30 y 40 el mobiliario refleja el gusto por los estilos históricos, tan de moda en este periodo, en concreto por el estilo más apreciado: el gótico. El interés por el gótico se originó en el siglo XVIII y se desarrolló a lo largo del s. XIX. Entre 1820 y 1870 se realizaron 343 edificios, como el edificio del Parlamento (1836), convertido en el paradigma del arte neogótico. 
El neogótico llegó a su máximo esplendor gracias a August Welby Northmore Pugin (1812-1852), 

que fue diseñador junto con Charles Barry del Palacio de Westmister en estilo gótico perpendicular  y del Big Ben, en 1850. Pugin influyó en toda una generación de diseñadores. Para la Exposición Universal de Londres de 1851 preparó una sección denominada “Corte Medieval”, y lo hizo con esmero tan obsesivo que agotó su salud mental y falleció al año siguiente. Fue la máxima personalidad europea impulsora del medievalismo. 
 Este revival sin embargo utilizó el gótico con poca fidelidad, dando lugar a muebles de estructura Regencia en los que se colocaban gabletes, pináculos y tracerías sin demasiado conocimiento ni fidelidad. En cualquier caso, su esplendor y máximo desarrollo se establece entre 1860 y 1890.

El granate y el verde son los colores dominantes en los interiores victorianos de mediados de siglo. En terciopelo es el tejido elegido para tapizar el mobiliario decorado con pasamanería dorada. La consola con espejo y tablero de mármol es uno de los muebles más representativos de la época. Aunque procede de los salones de los palacios, en el s. XIX era un mueble que no faltaba en ninguna estancia importante de las casas burguesas y se destinaba a la exposición de objetos decorativos o del reloj.
El quinqué es el precursor de la moderna lámpara de mesa y solían estar realizados de bronce dorado con esferas de cristal que almacenaban el aceite que servía de combustible.
Las ventanas se vestían con visillos y terciopelo mientras que las alfombras embellecían el suelo. Por otro lado, el revestimiento de las paredes solía ser de papel impreso por cromolitografía.

La moda Inglesa del s. XIX
Por otro lado la moda inglesa del s. XIX sufrirá una evolución importante.
A principios del s. XIX, la moda femenina en Inglaterra sigue los dictados del estilo imperio francés: cinturas altas, amplios escotes y tejidos pesados de satén o terciopelo. 

empire




Pero esta tendencia no dura más allá de la década de los años veinte, pues hacia 1830, coincidiendo con la época victoriana, se produce un cambio radical en la forma de vestir: trajes con mangas voluminosas, escotes ovales que apenas dejan ver los hombros, adornos y finos bordados en la parte inferior de la falda y tejidos frecuentemente ligeros.
Durante el segundo periodo victoriano se producen dos interesantes innovaciones: el gusto por los colores solemnes, como burdeos, violeta, marrón, champán y negro, y la aparición de la crinolina.
princess dress


Hacia 1846 surge la moda de las faldas cubiertas con volantes, a veces muy numerosos, y en ocasiones confeccionados a base de varias faldas superpuestas.

Actividades. 

1. Define los siguientes conceptos: crinolina, capitoné, neogótico, revival, quinqué.
2. Busca imágenes pictóricas (retratos femeninos, escenas interiores) que reflejen el estilo y moda victoriana. 
3. Busca información sobre el movimiento "Arts and Crafts" y sus objetivos. 

Fundamentos del Arte II. El Modernismo

El Modernismo es el movimiento que cierra el siglo XIX en Europa y se extiende hasta comienzos de la centuria siguiente, aproximadamente entre la década de 1890 y 1920, con su momento culminante en los años noventa. Recibió diferentes nombres, según los países: Art Nouveau (Francia y Bélgica), Modern Style (Gran Bretaña), Jugendstil (Alemania), Sezession (Viena), Liberty (Italia), Modernismo (España).
La mayoría de estos calificativos (nuevo, moderno, joven) refleja el rechazo y afán de superación de la arquitectura historicista y ecléctica. Se trataba, por tanto, de un arte promovido por una burguesía refinada y orgullosa de su época, que deseaba un estilo propio no sometido a las normas del pasado. Entre los antecedentes del Modernismo está el movimiento inglés «Arts & Crafts» (Artes y Oficios), fundado por William Morris en 1861, que pretendía una vuelta al diseño artesanal y de calidad, en abierta oposición al trabajo deshumanizado y antiestético de la producción industrial. Este movimiento había despertado el interés por las artes menores y los elementos decorativos (muebles, vajilla, papeles pintados, etc.), que constituyen una parte esencial del entorno arquitectónico y de la vida que en él transcurre. En este mismo sentido, el Modernismo se interesó por la obra de arte total, desde la estructura arquitectónica hasta el diseño de muebles y utensilios domésticos, con una estética elegante y placentera, que recuerda en sus planteamientos e, incluso, en algunas de sus formas, al Rococó.
Desde un punto de vista técnico y formal, se incorporaron los avances de la arquitectura del hierro, que se exhiben sin tapujos y se revalorizan estéticamente:

Se utilizan y combinan materiales tradicionales (piedra, ladrillo) y nuevos (hierro, acero, vidrio), que se aplican indistintamente, según la conveniencia, a los elementos constructivos y a los decorativos.
Las estructuras metálicas sostienen el edificio y con frecuencia quedan a la vista, como en las cubiertas de vidrio, semejantes a las aplicadas a fábricas o estaciones.
La decoración, muy variada y rica en colores, es abundante, pero no trata de ocultar la estructura del edificio, que se nos muestra de forma abierta. Es más, los elementos constructivos, incluidos los elaborados con los nuevos materiales, a menudo cumplen también una función decorativa: columnas de fundición con formas de tallos, vanos y cubiertas con vidrieras policromadas.
El espacio interior adopta plantas libres, que huyen de la simetría.
La luz adquiere un gran protagonismo, penetrando a través de ventanas, miradores, vidrieras y claraboyas.
El aspecto exterior presenta la misma libertad de volúmenes y formas, en un deseo de transmitir al entorno urbano una sensación de alegría y variedad.

El Modernismo se aplicó a todo tipo de construcciones, desde edificios públicos de las más diversas funciones (hospitales, teatros, etc.) hasta establecimientos fabriles o viviendas particulares. Y se suelen distinguir dos grandes tendencias:

Una más ondulante, con un amplio desarrollo en Bélgica, Francia y España, particularmente en Cataluña. Todos sus elementos están dotados de una gran plasticidad y dinamismo, con especial predilección por la línea curva, tanto en lo estructural como en lo decorativo (motivos vegetales, figuras femeninas de largos cabellos y sinuosas vestimentas). Sus figuras más destacadas, fueron el belga Víctor Horta y al catalán Antoni Gaudí.

Y otra más rectilínea, característica del mundo anglosajón (Gran Bretaña, Austria y Alemania), que enlaza con el racionalismo del siglo XX. Su concepción, más severa, se basa en la línea recta y en una decoración de carácter geométrico. Una de sus figuras más sobresalientes fue el escocés Charles Rennie Mackintosh.

El Modernismo se definió como estilo en Bélgica, de donde se difundió a otros países, y Victor Horta (1861-1947) fue su iniciador. La Casa Tassel, construida entre 1892 y 1893, es considerada como el manifiesto del Art Nouveau, al romper con los estilos pasados y proponer un lenguaje nuevo en el que se funden e identifican estructura, función y ornamento. Utiliza el hierro como material estructural pero, al infundirle formas curvas que semejan tallos u ondas, lo convierte también en elemento decorativo. El espacio interior se distribuye de forma libre y novedosa: sin pasillos ni habitaciones en fila, con sorprendentes fuentes de luz. En la Cataluña de finales del siglo XIX existía una próspera y culta burguesía que impulsó, en su afán de modernidad, las nuevas formas arquitectónicas, sobre todo en la construcción de sus mansiones.

Surgió así un grupo de arquitectos (Domènech i Montaner, Puig i Cadafalch, etc.) que se pueden adscribir a la corriente modernista de signo franco-belga. Sin embargo, la figura más destacada fue Gaudí (1852-1926), auténtico genio que vivió al margen de las corrientes de moda y se adelantó, en sus indagaciones personales, a las tendencias de su tiempo. La Casa Milá (1905-1910), una de sus obras maestras, la concibió como un gran pedestal de roca erosionada para un grupo escultórico con la Virgen del Rosario, que al final no fue colocado (la esposa de Pere Milá, que encargó la obra, se llamaba Roser, Rosario en catalán).

La arquitectura se convierte así en organismo vivo con referencias al mundo natural: se asemeja a un grupo de montañas excavadas (de ahí el nombre popular de «Pedrera»), con arbustos metálicos en los balcones, y cumbres nevadas con chimeneas antropomórficas; toda la fachada presenta un ritmo ondulante que concuerda con la ordenación espacial interior; y esta adopta una planta libre que sugiere una estructura celular.

Pincha en el siguiente enlace para acceder al PDF del tema 4. El modernismo. Ana Galván

jueves, 14 de octubre de 2021

Fundamentos del Arte II. Actividades. Primera Parte.







Saludos! Os dejo un video-resumen de la arquitectura del s. XIX desde la arquitectura del hierro hasta la Escuela de Chicago y otro del Modernismo.


1. Realiza un esquema con las características de la arquitectura del s. XIX en sus diversas corrientes: historicista, la arquitectura de hierro y cristal y por último, la Escuela de Chicago. 
2. Sintetiza las características del Art Nouveau y sus diferencias con la Sezessión Vienesa. Cita obras y autores principales. 


ARQUITECTURA DEL S. XIX. FUNDAMENTOS DE ARTE II












Arquitectura de hierro y cristal. s. XIX

lunes, 11 de octubre de 2021

Actividades de repaso arte egipcio




1. Identifica las siguientes construcciones,  indica su cronología, y explica brevemente sus características y función. . 






2. Clasifica las siguientes obras (título, cronología, autor, tipología, materiales) y analiza las características y diferencias entre ellas.






3. A la vista de las imágenes, ¿cuáles son las características básicas o convencionalismos de la pintura egipcia (temática, técnica, función)?



jueves, 7 de octubre de 2021

Columnas egipcias

La columna en la arquitectura egipcia  juega un papel fundamentalmente estructural o de sustentación, aunque también se usa como elemento decorativo.
En Egipto las columnas recuerdan formas vegetales usadas primitivamente en sus construcciones, primero haces de cañas, luego la palmera, que aunque fueron sustituidos por la piedra seguirán recordando esas antiguas formas, como se aprecia en las estrías verticales de los primeros fustes. Pero el recuerdo del árbol y las formas vegetales continuará en los capiteles, con forma de lotos los lotiformes, de papiro los papiriformes o de capitel abierto acampanado o campaniformes, las de palma o palmiformes. 
A los anteriores, los más comunes, hay que añadirles el capitel hathórico, por ser la cabeza de esa diosa la que lo decora, los complejos de época ptolemaica




lunes, 4 de octubre de 2021

Fundamentos del Arte I. Lectura y cuestionario. Actividad 1



Saludos, en esta entrada os dejo una actividad propuesta por la profesora Ana Galvan en su blog, (aquí), el cual os animo a visitar pues podéis encontrar mucha más información y actividades sobre el Antiguo Egipto en particular y sobre el arte en general. 

En ésta actividad nos propone leer un texto, dónde el historiador del arte E. Gombrich describe la civilización egipcia, y responder a un cuestionario: 


“En África hace calor y pasan meses y meses sin llover. Por eso, en muchas regiones, crecen muy pocas plantas. La tierra es desértica. Así ocurre a derecha e izquierda de Egipto. En el propio Egipto no llueve tampoco con frecuencia. Pero en aquel país no se necesitaban lluvias, ya que el Nilo lo atraviesa por medio. Dos veces al año, cuando llovía mucho en sus fuentes, el río inundaba todo el país. Y había que recorrerlo con barcas entre casas y palmeras. Y cuando el agua se retiraba, la tierra quedaba magníficamente empapada y fertilizada con un jugoso barro. Entonces, bajo el calor del Sol, crecían allí los cereales tan magníficos como en casi ningún otro lugar. Por eso, los egipcios rezaban a su Nilo desde los tiempos más antiguos, como si se tratara del propio buen Dios. El Nilo enriqueció tanto al país que Egipto llegó a ser también muy poderoso. Sobre todos los egipcios gobernaba un rey. El primer rey soberano del país fue, precisamente, el rey Menes. ¿Sabes cuándo ocurrió aquello? 3.100 años a. C. ¿Recuerdas, quizá, por la historia de la Biblia cómo se llaman en ella los reyes de Egipto? Faraones. El faraón era increíblemente poderoso. Vivía en un inmenso palacio de piedra, con grandes y gruesas columnas y muchos patios; y lo que decía tenía que hacerse. Todos los habitantes del país debían trabajar para él cuando él quería. Y a veces lo quería.


Un faraón que vivió no mucho después del rey Menes, el rey Keops —2.500 años a. C.— ordenó, por ejemplo, que todos sus súbditos contribuyeran a levantar su tumba. Tenía que ser una construcción como una montaña. Y así fue, por cierto. Todavía existe hoy. Se trata de la famosa pirámide de Keops. Quizá la has visto ya muchas veces en fotografía. Pero no puedes ni imaginar su tamaño. Cualquier gran iglesia cabría dentro de ella. Se puede trepar sobre sus bloques gigantescos; es como escalar una montaña. Y, sin embargo, quienes llevaron sobre rodillos y apilaron unas sobre otras esas enormes piedras fueron seres humanos. En aquellos tiempos no había aún máquinas. A lo más, rodillos y palancas. Todo se debía arrastrar y empujar a mano. Imagínate, ¡con el calor que hace en África! Así, a lo largo de 30 años, unos 100.000 hombres bregaron duramente para el faraón durante los meses que dejaba libre el trabajo de los campos. Y cuando se cansaban, un vigilante del rey les obligaba a continuar arreándoles con látigos de piel de hipopótamo. De ese modo arrastraron y levantaron las gigantescas cargas; todo para el sepulcro del rey.


Quizá te preguntes cómo se le pasó al rey por la cabeza hacerse construir aquella gigantesca sepultura. Eso tiene que ver con la religión del antiguo Egipto. Los egipcios creían en muchos dioses; a la gente con esas creencias se les llama paganos. Según ellos, varios de sus dioses habían gobernado anteriormente en la Tierra como reyes; por ejemplo, el dios Osiris y su esposa, Isis. También el Sol era un dios, de acuerdo con sus creencias: el dios Amón. El mundo subterráneo está gobernado por otro con cabeza de chacal, llamado Anubis. Los egipcios pensaban que cada faraón era hijo del dios Sol. De no haber sido así, no le habrían tenido tanto temor ni habrían permitido que les diera tantas órdenes. Los egipcios tallaron figuras de piedra gigantescas y mayestáticas para sus dioses, tan altas como casas de cinco pisos; y templos tan grandes como ciudades enteras. Ante los templos se alzaban elevadas piedras puntiagudas de granito hechas de una pieza; se llaman obeliscos. Obelisco es una palabra griega. En varias ciudades puedes ver aún hoy esos obeliscos traídos de Egipto.

Para la religión egipcia eran también sagrados algunos animales, como, por ejemplo, los gatos. Los egipcios imaginaban así mismo algunos dioses con figura de animal, y los representaban de ese modo. El ser con cuerpo de león y cabeza humana que llamamos «esfinge» era para los antiguos egipcios un dios poderoso. Su gigantesca estatua se encuentra al lado de las pirámides y es tan grande que en su interior tendría cabida todo un templo. La imagen del dios sigue vigilando los sepulcros de los faraones desde hace ya más de 5.000 años; la arena del desierto la cubre de vez en cuando. ¡Quién sabe cuánto tiempo más seguirá haciendo guardia!

Pero lo más importante en la curiosa religión de los egipcios era la creencia en que las almas de las personas abandonan, sin duda, el cuerpo al morir el ser humano, pero siguen necesitándolo de algún modo. Los egipcios pensaban que el alma no podía sentirse bien si su anterior cuerpo se transformaba en tierra tras la muerte.

Por eso conservaban los cadáveres de los difuntos de una manera muy imaginativa. Los frotaban con ungüentos y jugos de plantas y los envolvían en largas tiras de tela. Estos cadáveres conservados así e incorruptibles se llaman momias. Hoy, después de muchos miles de años, no se han descompuesto todavía. Las momias se depositaban primero en un ataúd de madera; el ataúd de madera, en otro de piedra; y el de piedra no se introducía tampoco en la tierra, sino en una sepultura de roca. Quien podía permitírselo, como el «hijo del Sol», el faraón Keops, hacía que se levantara para él toda una montaña de piedra. ¡Allí, muy dentro de su interior, la momia estaría, indudablemente, segura! Eso es lo que se esperaba. Pero todas las preocupaciones y todo el poder del rey Keops fueron inútiles: la pirámide se halla vacía.

En cambio, se han encontrado conservadas todavía en sus sepulcros las momias de otros reyes y de muchos antiguos egipcios. Estas sepulturas están dispuestas como viviendas para las almas cuando acudían a visitar su cuerpo. Por eso había en ellas alimentos, muebles y vestidos, y muchas imágenes de la vida del difunto, incluido su propio retrato, para que el alma encontrase la tumba correcta cuando deseaba visitarla.

En las grandes estatuas de piedra y en las pinturas realizadas con bellos y vivos colores vemos todavía hoy todas las actividades de los egipcios y el tipo de vida que entonces se llevaba. Es cierto que no pintaban propiamente de manera exacta o natural. Lo que en la realidad aparece detrás se suele mostrar allí superpuesto. Las figuras son a menudo rígidas: sus cuerpos se ven de frente, y las manos y los pies de lado, de modo que parecen planchados. Pero los antiguos egipcios lograban lo que les interesaba. Se ven con gran exactitud todos los detalles: cómo cazan patos en el Nilo con grandes redes; cómo reman y pescan con largas lanzas; cómo trasiegan agua a los canales para los campos; cómo arrean las vacas y las cabras a los pastizales; cómo trillan el grano y cuecen pan; cómo confeccionan calzado y ropa; cómo soplan vidrio—¡ya sabían hacerlo entonces!—, moldean ladrillos y construyen casas. Pero también se ven muchachas jugando al balón o tocando la flauta y hombres que van a la guerra y traen a su país extranjeros prisioneros, por ejemplo negros, con todo el botín.

En las sepulturas de las personas distinguidas se ven llegar embajadas de otros países portando tesoros; y cómo el rey condecora a sus ministros fieles. Se ve a los muertos rezar ante las imágenes de los dioses con las manos alzadas; y se les ve también en casa, en banquetes con cantantes que se acompañan al arpa y saltimbanquis que ejecutan sus piruetas.

Junto a estos grupos de imágenes abigarradas se reconocen también casi siempre pequeñas figurillas de lechuzas y hombres, flores, tiendas, escarabajos, recipientes, pero también líneas quebradas y espirales, contiguas o superpuestas y muy juntas. ¿Qué pueden ser? No son imágenes; sino escritura egipcia. Se llaman jeroglíficos. La palabra significa «signos sagrados», pues los egipcios se sentían tan orgullosos de su nuevo arte, la escritura, que el oficio de escriba era el más respetado de todos, y la escritura se consideraba casi sagrada.

¿Quieres saber cómo se escribe con esos signos sagrados, o jeroglíficos? En realidad, no era nada fácil aprenderlo, pues funcionaba de manera similar a los acertijos hechos con imágenes, llamados igualmente jeroglíficos. Cuando se quería escribir el nombre del dios Osiris, a quien los antiguos egipcios llamaron Vosiri, se dibujaba un trono, que en egipcio se dice «vos», y un ojo, en egipcio «iri». Eso daba la palabra «Vosiri». Y, para que nadie creyera que aquello quería decir «ojo del trono», se añadía casi siempre al lado una banderita. Era el símbolo de los dioses, de la misma manera como nosotros escribimos una cruz junto a un nombre cuando queremos indicar que la persona en cuestión está ya muerta.

¡Ahora ya puedes escribir también tú «Osiris» en jeroglífico! Pero, piensa el esfuerzo que debió de suponer descifrar todo aquello cuando, hace unos 180 años, se comenzó a trabajar de nuevo sobre los jeroglíficos. El desciframiento sólo fue posible por el hallazgo de una piedra en la que aparecía el mismo contenido en lengua griega y en jeroglíficos. Y, sin embargo, fue todo un acertijo que requirió el esfuerzo de una vida entera de grandes eruditos.

Hoy podemos leer casi todo. No sólo lo que aparece en las paredes, sino también lo escrito en los libros. Sin embargo, los signos de los libros no son ni con mucho igual de claros. Los antiguos egipcios tenían, realmente, libros. Pero no de papel, sino de una especie de juncos del Nilo llamados en griego papyros, de donde viene nuestra palabra «papel».

Se escribía en largas tiras que, luego, se enrollaban. Se ha conservado una buena cantidad de esos libros en rollo; en ellos se leen actualmente muchas cosas y cada vez se ve mejor lo sabios y avispados que eran los antiguos egipcios. ¿Quieres oír un refrán escrito por uno de ellos hace 5.000 años? Tendrás que prestar un poco de atención y reflexionar bien acerca de él: «Las palabras sabias son más raras que el jade; y, sin embargo, las oímos de boca de pobres muchachas que dan vueltas a la piedra de moler».

Como los egipcios fueron tan sabios y tan poderosos, su reino duró largo tiempo. Más que cualquier otro hasta entonces. Casi 3.000 años. Y, así como conservaron cuidadosamente los cadáveres para que no se descompusieran, así también guardaron rigurosamente durante milenios sus antiguos hábitos y costumbres. Sus sacerdotes procuraban con toda exactitud que los hijos no hicieran nada que sus padres no hubieran hecho ya. Todo lo antiguo era sagrado para ellos. (...) Durante casi tres mil quinientos años se sepultó a las personas en forma de momias, se escribió en jeroglíficos y se rezó a los mismos dioses, tal como se había hecho en tiempos del rey Menes. También se siguió venerando a los gatos como animales sagrados. Y si me lo preguntas, te diré que, en mi opinión, los antiguos egipcios tenían razón, al menos en esto.” 


Cuestionario

1. La riqueza del antiguo Egipto provenía de....

2. ¿Quién era Keops? ¿Cuántos hombres se cree que trabajaron para construir la pirámide de Keops?

3. Señala varias características de la religión del antiguo Egipto

4. La temática de la pintura del antiguo Egipto trata sobre...

5. Según el texto, ¿qué significa la palabra “jeroglífico”?

6. La palabra “papel” procede de la palabra...

7. Aproximadamente, ¿cuántos años duró la civilización del antiguo Egipto?